Cuando el cuerpo tiembla

Pocas personas escapan de alguna situación que haga estremecer. Recordemos las primeras experiencias ante una entrevista laboral o alguien de marcado interés. 

Nadie supo de nuestro corazón al galope y escapamos airosos, pero no ocurriría igual con el movimiento imperceptible de las manos o del temblor en la voz. Trances que van venciendo el tiempo y el dominio profesional.

Hay gran diferencia si esa reacción sorprende sin causa, porque se desconoce su origen. Tradicionalmente, se atribuye al envejecimiento, aunque la ciencia esclarece que suele aparecer a cualquier edad por frío, fatiga, estrés, ira, miedo, incluso, exceso de cafeína, cigarrillos, u otras diversas causas.

Tal manifestación pasaría inadvertida en las manos, pero se descubre ante todos al afectar brazos, párpados, labios o cualquier otro músculo del cuerpo, aunque, muy pocas veces, en los miembros inferiores.

El temblor tiene solución rápida si lo provoca una ingestión inadecuada de medicamentos; basta acudir al médico para conocer la conducta a seguir. Pero nunca tome esa decisión sin consultarle, porque hay fármacos que requieren disminución paulatina para interrumpirse. Contrariamente, en casos de drogadicción, los adictos saben que el temblor sobreviene cuando hay suspensión repentina de la droga, es decir, la llamada “abstinencia”.

El “nerviosismo” puede hacernos temblar, para lo que orientan, además de fármacos, relajación, ejercicios respiratorios, y también evitar el exceso de  cafeína. Igualmente se atribuye al consumo excesivo de alcohol, que afecta las células nerviosas, sin contar otras múltiples causas.

Decididamente, un temblor mantenido avisa que algo anda mal en el organismo, como posibles enfermedades neurológicas desatadas por razones más complejas todavía: tumor cerebral, esclerosis múltiple, hipoglucemia, Mal de Parkinson, o accidentes cerebrovasculares, entre otras enfermedades.

Sin excepción, este trastorno, que asusta con lógica, requiere atención antes de que alcance proporciones mayores. Por tanto, hay que dirigirse a los médicos, que una vez realizadas las investigaciones de rigor, remitirán a la especialidad apropiada.