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Ortelio Chaviano Mendoza: volvería a ser médico

Dr. Ortelio Chaviano Mendoza

Durante 37 años de su vida Ortelio Chaviano Mendoza ha sido médico. Le costó sacrificio llegar a la profesión, primero, era trabajador de la Salud; luego, pasó el servicio militar y entonces pudo acceder a la carrera, pero estaba escrito en su frente, le costaría un poco más de tiempo, pero un día se graduó. Vino a trabajar al Hospital Pediátrico un año después, y desde entonces no se ha apartado del centro. Especialista de I Grado en Pediatría General, se vincula, además, a la docencia como Profesor Asistente.

“A mí siempre me gustó la Medicina, y en particular la Pediatría, pero la influencia de mi profesor Armando García Vilaplana fue fundamental a la hora de decidirme por una especialidad, resultó un excelente profesor que me hizo enamorar del trabajo con los niños, porque para él lo eran todo. Había estado con anterioridad, trabajando en el Hospital de Trinidad durante un año”.

Conversar con el Dr. Ortelio resulta difícil, porque no le gusta hablar de sí mismo, y recurre a resaltar, todo el tiempo, el trabajo de los jóvenes, de sus directivos en el “Pediátrico”, de quienes incluso fuera profesor y le deben respeto y pleitesía; y a duras penas logro llevar la conversación hacia su persona, después de cruzar datos para arribar a conclusiones de que llevamos el mismo apellido pero no somos familia. ¿Por qué Nefrología?

“Estoy verticalizado en esa especialidad y llevo más de 20 años en la Sala, uno llega a familiarizarse tanto con los pacientes y su familia que el cariño prima en el tratamiento, son pacientes crónicos, que desde muy pequeños son tratados allí y pasan largos estadios en la institución; creo firmemente que en un tratamiento la empatía que se establece entre el médico y el paciente, es fundamental”.

Durante su carrera ha estado en Venezuela y Guinea Bissau, son muchas las anécdotas que atesora de sus misiones: “En África fue duro, porque ver morir a un niño de una enfermedad curable y tratable, al que ya no podíamos ayudar por el estado en que llegaban al centro de salud, es duro, muy duro, y es que eso no pasa en Cuba, y no estamos acostumbrados a vivir ese drama. Pero nos forma, desde el dolor. Recuerdo cómo allí en Guinea sacábamos de nuestros bolsillos dinero para comprar medicamentos cuando el paciente y su familia no tenían para hacerlo, y eso es parte de la formación humanística de nuestro país y sus escuelas de Medicina”.

“Mi casa”, así se refiere el Dr. Ortelio Chaviano Mendoza al Hospital Pediátrico de Cienfuegos, porque a pesar de sus 72 años aún permanece activo, y sigue al pie de la letra los consejos de aquel excelente profesional que fuera su profesor, el Dr. Armando García Vilaplana, de que nada en la vida de un Pediatra es más importante que un niño. Durante muchos años fue dirigente sindical en la institución, esa que conoce al dedillo y donde goza del respeto y estima de colegas y trabajadores en general.

Y los ojos le brillan cuando habla de SU hospital, y cuenta las cosas maravillosas que ocurren allí, los excelentes indicadores que muestra, sobre los ensayos clínicos para obtener vacunas, del colectivo maravilloso que le rodea y todo, exclusivamente todo, para y por la felicidad de los niños, salud y vida. Y ante un hombre así, más que profesional, un ser humano así, es preciso inclinarse en reverencia.

“Todavía estoy en condiciones de dar, para retribuir por mi formación, de enseñar, me gusta mucho la docencia, trabajar en los jóvenes, en ellos confío, tenemos un relevo de excelencia. Recuerdo a la Dra. Sonia Pérez, nuestra directora cuando el Hospital fuera reconstruido y ampliado, toda la energía que aportó a la obra, y la ayuda de Humberto Miguel Fernández, entonces secretario del Partido en Cienfuegos, porque esa construcción se hizo con recursos propios de la provincia. Fue en 1987 y entonces la institución tuvo su servicio quirúrgico y comenzó a prestarse asistencia en otros que no teníamos. Fíjate que acá contamos con una de las terapias intensivas pediátricas de las mejores del país. Este es un colectivo con un fuerte sentido de pertenencia y eso asegura el éxito”. Y vuelve mi entrevistado, recurrentemente, a hablar en plural, porque para él no existe un YO.

Una familia de médico y estomatólogo, Roxana y Julio César, los hijos; la esposa, Norma Rodríguez Monteagudo, licenciada en Biología, quien por muchos años fuera profesora en la Filial de Ciencias Médicas, conforman ese núcleo indisoluble, que a pesar de lejanías y distancias, se mantiene unido. Y vuelve Ortelio a recalcar sobre el profesional trabajo de su Pediátrico, de las consultas de Referencia, de los especialistas que se mantienen de guardia como garantía de asistencia, y para terminar, de los estudiantes que por allí rotan “sin los cuales no sería posible el resultado que hoy ostentamos”. “¿Qué si volvería a ser médico pediatra? Sin dudas, volvería”.

Escrito por: Magalys Chaviano Álvarez

Palabras clave: Ortelio Chaviano Mendoza, pediatra, nefrologo

Comentarios (2)

Conociendo como conozco a

Conociendo como conozco a este gran Galeno y colega mío que hicimos carrera juntos, se dé su sensibilidad ante los infantes enfermos y de todos los esfuerzos realizados durante su carrera. Escribo para felicitarlo y desearles muchos éxitos, mas de los logrados y darle un abrazo virtual por esa dedicación a esa sacrificada especialidad que es la Pediatría que necesita de profesionales de mucha Ciencia y mucha conciencia como la que el posee

Felicidades al profesor

Felicidades al profesor Ortelio. La medicina cienfueguera ha contado con un gran profesional. Dios le de mucha salud y años de vida

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