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Importante mural se inaugurará este martes frente al Hospital General Universitario. "Dr.Gustavo Aldereguía Lima"

Mural

Con la imagen de 54 figuras relacionadas con la salud de los cienfuegueros, se rinde tributo en un mural diseñado sobre losa a todos aquellos que un día vinieron a esta ciudad “para ayudar tal vez por un tiempo” y decidieron quedarse

No supe de este proyecto hasta hace muy poco, cuando ya subidos en unos andamios y pegando losas en una pared, un grupo de trabajadores (entre ellos el director y la vicedirectora provincial de salud, junto a la también directora del Banco de Sangre) se esforzaban debajo de una lona que los protegía de sol y lluvia en acabar lo antes posible. El celo que ponían me hizo pensar en los arreglos que uno hace en la propia casa, donde no admite deslices o cualquier relajamiento que pueda conducir a la imperfección de la obra. Sorprendido me acerqué entonces, todavía considerando pedestre lo que veía. Sin embargo, cuando me percaté de la hilera de rostros que yacían sobre la hierba en espera de que el albañil los colocara en su sitio, empecé a entender de lo que se trataba.

La idea estuvo alrededor de un año madurándose, desde que el doctor Salvador Tamayo Muñiz, director provincial, la consideró viable dentro del programa “Jornada por los caminos de la Salud”, un proyecto aun mayor que envuelve un número apreciable de actividades relacionadas en el marco de los doscientos años de la fundación de la ciudad, el 150 aniversario del inicio de las luchas por la independencia de Cuba, el sesenta aniversario del Triunfo de la Revolución, el 40 aniversario de la inauguración por Fidel del Hospital “Dr. Gustavo Aldereguía Lima”, y el 35 aniversario de la Medicina Familiar cubana. Una idea que de entrada involucró al Banco de Sangre –el mural está en su cerca perimetral–, el Departamento de Inversiones y la propia Dirección Provincial de Salud. Esta vez la logística quizás no era lo de mayor peso. Había que escoger entre más de cien candidatos, discutir con sus familias, aceptar un diseño de mural, y aprobar la propuesta final que saldría a la luz.

“Todo esto fue un poco tenso, la verdad, porque se trataba de muchísimas personas que podían ser escogidas, aunque había que atenerse a cuatro áreas insoslayables: asistencia, investigación, docencia y administración. Y por supuesto, resultados, un reconocimiento para lo que hacían”, explicó el doctor Sandro Alberto Catalá, quien atiende Defensa y Defensa Civil en la Provincia, además de haber sido una persona clave en todo ese proceso de selección.

Entonces intervino la doctora Dumeivy García Sánchez, directora del Banco, que hasta ese momento había estado alcanzándole algo a los del andamio. “Estuvimos corriendo alrededor de dos meses, Sandro y yo, con el tema de las fotos. No era solo escoger la mejor desde el punto de vista del diseño, sino que también necesitábamos el visto bueno de la familia. Una aprobación que nos permitiera trabajar con tranquilidad luego”, explicó. Y enseguida que respondió a una llamada del celular, agregó: “Agotador, realmente. Pero hermoso. Hubo quien se puso a llorar mientras se decidía por la foto que nos llevaríamos”.

El trabajo ya está casi terminado. Solo unas losas por poner. Ahora habría que saber cómo dirigir las luces sobre el mural. El ingeniero Lorenzo Braffor, al frente de Inversiones, le preocupa el mejor ángulo, a la vez que la seguridad de estas. “Quizás se coloquen en la base, alumbrando desde el piso”, observó, “como se hizo con la estatua del Benny en el Prado”.

Finalmente, los monumentos son obras humanas, sujetas a momentos, épocas, interpretaciones históricas, valores, todos cuestionables en dependencia de quien los estudie. Queremos que lo amado trascienda, que nunca muera. Siempre ha sido así. Y nunca cambiaremos.

“Sabemos que es arriesgado, no todos pueden estar. Como es lógico habrá personas insatisfechas con lo que hicimos. Los señalamientos irán apareciendo”, me dijo el doctor Salvador, desde su silla bajo el toldo que lo protegía del sol del mediodía. Daba la impresión de haber dicho esto tantas veces que ya le cansaba. Era como si quisiera dejar claro una vez más lo que no tenía discusión. Ni siquiera levantó el tono y me miró solo una vez, como para asegurarse de que lo estaba escuchando. “Pero hay que hacerlo. No hay justificación para dejar de hacerlo”.

De vuelta a casa, para escribir esta nota, me di cuenta de que no le di las gracias a Salvador. Ni a los que estaban allí trabajando. Bueno, estaba muy apurado, la verdad. Se las doy ahora.

por Alexis García Somodevilla

Palabras clave: Salud, Jornada, Historia

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